(Julio Bárbaro - Infobae) Demasiados intentaron instalar a Francisco en la limitación mental de sus confrontaciones, interpretaron sus gestos olvidando su espacio de liderazgo en el mundo. La vida a veces pega y otras acaricia. La vigencia de un Papa argentino no ocupaba un espacio entre nuestras expectativas, fue un regalo inesperado que diez años después recién estamos valorando con el respeto que merece y la distancia que nos separa. Solo nuestro amado Padre Leonardo Castellani lo imaginó alguna vez en uno de sus cuentos, un sacerdote que cuando participó del almuerzo de escritores con el dictador Videla supo expresar “vine a pedir por mi amigo Haroldo Conti”. En sus tiempos de Arzobispo me pidió apoyo para un encuentro (...)